Octubre 8 - Mateo 21, 22

Mateo 21:1-46 SRV
1  Y COMO se acercaron á Jerusalem, y vinieron á Bethfagé, al monte de las Olivas, entonces Jesús envió dos discípulos,
2  Diciéndoles: Id á la aldea que está delante de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella: desatad la, y traédme los.
3  Y si alguno os dijere algo, decid: El Señor los ha menester. Y luego los dejará.
4  Y todo esto fué hecho, para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo:
5  Decid á la hija de Sión: He aquí, tu Rey viene á ti, Manso, y sentado sobre una asna, Y sobre un pollino, hijo de animal de yugo.
6  Y los discípulos fueron, é hicieron como Jesús les mandó;
7  Y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y se sentó sobre ellos.
8  Y la compañía, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino: y otros cortaban ramos de los árboles, y los tendían por el camino.
9  Y las gentes que iban delante, y las que iban detrás, aclamaban diciendo: ­Hosanna al Hijo de David! ­Bendito el que viene en el nombre del Señor! ­Hosanna en las alturas!
10  Y entrando él en Jerusalem, toda la ciudad se alborotó, diciendo. ¿Quién es éste?
11  Y las gentes decían: Este es Jesús, el profeta, de Nazaret de Galilea.

12  Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera todos los que vendían y compraban en el templo, y trastornó las mesas de los cambiadores, y las sillas de los que vendían palomas;
13  Y les dice: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros cueva de ladrones la habéis hecho.
14  Entonces vinieron á él ciegos y cojos en el templo, y los sanó.
15  Mas los príncipes de los sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y á los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ­Hosanna al Hijo de David! se indignaron,
16  Y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dice: Sí: ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?
17  Y dejándolos, se salió fuera de la ciudad, á Bethania; y posó allí.

18  Y por la mañana volviendo á la ciudad, tuvo hambre.
19  Y viendo una higuera cerca del camino, vino á ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente, y le dijo: Nunca más para siempre nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.
20  Y viendo esto los discípulos, maravillados decían: ¿Cómo se secó luego la higuera?
21  Y respondiendo Jesús les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera: mas si á este monte dijereis: Quítate y échate en la mar, será hecho.
22  Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

23  Y como vino al templo, llegáronse á él cuando estaba enseñando, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo, diciendo. ¿Con qué autoridad haces esto? ¿y quién te dió esta autoridad?
24  Y respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os preguntaré una palabra, la cual si me dijereis, también yo os diré con qué autoridad hago esto.
25  El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿del cielo, ó de los hombres? Ellos entonces pensaron entre sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué pues no le creísteis?
26  Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen á Juan por profeta.
27  Y respondiendo á Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Ni yo os digo con qué autoridad hago esto.

28  Mas, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy á trabajar en mi viña.
29  Y respondiendo él, dijo: No quiero; mas después, arrepentido, fué.
30  Y llegando al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Yo, señor, voy. Y no fué.
31  ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dicen ellos: El primero. Díceles Jesús: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al reino de Dios.
32  Porque vino á vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; y los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.

33  Oíd otra parábola: Fué un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña; y la cercó de vallado, y cavó en ella un lagar, y edificó una torre, y la dió á renta á labradores, y se partió lejos.
34  Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos á los labradores, para que recibiesen sus frutos.
35  Mas los labradores, tomando á los siervos, al uno hirieron, y al otro mataron, y al otro apedrearon.
36  Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; é hicieron con ellos de la misma manera.
37  Y á la postre les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto á mi hijo.
38  Mas los labradores, viendo al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y tomemos su heredad.
39  Y tomado, le echaron fuera de la viña, y le mataron.
40  Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará á aquellos labradores?
41  Dícenle: á los malos destruirá miserablemente, y su viña dará á renta á otros labradores, que le paguen el fruto á sus tiempos.
42  Díceles Jesús: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban, Esta fué hecha por cabeza de esquina: Por el Señor es hecho esto, Y es cosa maravillosa en nuestros ojos?
43  Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado á gente que haga los frutos de él.
44  Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.
45  Y oyendo los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos sus parábolas, entendieron que hablaba de ellos.
46  Y buscando cómo echarle mano, temieron al pueblo; porque le tenían por profeta.

Mateo 22:1-46 SRV
1  Y RESPONDIENDO Jesús, les volvió á hablar en parábolas, diciendo:
2  El reino de los cielos es semejante á un hombre rey, que hizo bodas á su hijo;
3  Y envió sus siervos para que llamasen los llamados á las bodas; mas no quisieron venir.
4  Volvió á enviar otros siervos, diciendo: Decid á los llamados: He aquí, mi comida he aparejado; mis toros y animales engordados son muertos, y todo está prevenido: venid á las bodas.
5  Mas ellos no se cuidaron, y se fueron, uno á su labranza, y otro á sus negocios;
6  Y otros, tomando á sus siervos, los afrentaron y los mataron.
7  Y el rey, oyendo esto, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó á aquellos homicidas, y puso fuego á su ciudad.
8  Entonces dice á sus siervos: Las bodas á la verdad están aparejadas; mas los que eran llamados no eran dignos.
9  Id pues á las salidas de los caminos, y llamad á las bodas á cuantos hallareis.
10  Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron á todos los que hallaron, juntamente malos y buenos: y las bodas fueron llenas de convidados.
11  Y entró el rey para ver los convidados, y vió allí un hombre no vestido de boda.
12  Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí no teniendo vestido de boda? Mas él cerró la boca.
13  Entonces el rey dijo á los que servían: Atado de pies y de manos tomadle, y echadle en las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes.
14  Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.

15  Entonces, idos los Fariseos, consultaron cómo le tomarían en alguna palabra.
16  Y envían á él los discípulos de ellos, con los Herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amador de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te curas de nadie, porque no tienes acepción de persona de hombres.
17  Dinos pues, ¿qué te parece? ¿es lícito dar tributo á César, ó no?
18  Mas Jesús, entendida la malicia de ellos, les dice: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?
19  Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.
20  Entonces les dice: ¿Cúya es esta figura, y lo que está encima escrito?
21  Dícenle: De César. Y díceles: Pagad pues á César lo que es de César, y á Dios lo que es de Dios.
22  Y oyendo esto, se maravillaron, y dejándole se fueron.

23  Aquel día llegaron á él los Saduceos, que dicen no haber resurrección, y le preguntaron,
24  Diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y despertará simiente á su hermano.
25  Fueron pues, entre nosotros siete hermanos: y el primero tomó mujer, y murió; y no teniendo generación, dejó su mujer á su hermano.
26  De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta los siete.
27  Y después de todos murió también la mujer.
28  En la resurrección pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer? porque todos la tuvieron.
29  Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis ignorando las Escrituras, y el poder de Dios.
30  Porque en la resurrección, ni los hombres tomarán mujeres, ni las mujeres marido; mas son como los ángeles de Dios en el cielo.
31  Y de la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os es dicho por Dios, que dice:
32  Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
33  Y oyendo esto las gentes, estaban atónitas de su doctrina.

34  Entonces los Fariseos, oyendo que había cerrado la boca á los Saduceos, se juntaron á una.
35  Y preguntó uno de ellos, intérprete de la ley, tentándole y diciendo:
36  Maestro, ¿cuál es el mandamiento grande en la ley?
37  Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente.
38  Este es el primero y el grande mandamiento.
39  Y el segundo es semejante á éste: Amarás á tu prójimo como á ti mismo.
40  De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

41  Y estando juntos los Fariseos, Jesús les preguntó,
42  Diciendo: ¿Qué os parece del Cristo? ¿de quién es Hijo? Dícenle: De David.
43  El les dice: ¿Pues cómo David en Espíritu le llama Señor, diciendo:
44  Dijo el Señor á mi Señor: Siéntate á mi diestra, Entre tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies?
45  Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su Hijo?
46  Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más.